"No es tanto la identidad del
reemplazante del señor Zoellick lo que nos preocupa, sino el proceso en el cual
su sucesor se elegido", dijo el secretario de Finanzas de Filipinas, Cesar
Purisima.
"Confiamos
en que dada la creciente importancia de los mercados emergentes en la economía
global, las prácticas obsoletas del pasado serán revisadas", afirmó.
Los mercados emergentes manifestaron
este jueves su deseo de romper el dominio de Washington sobre el máximo cargo
del Banco Mundial después de que Robert Zoellick anunció su retiro, aunque
mostraron poca inclinación a unirse para forzar un cambio.
Tal como en el 2011, cuando Dominique
Strauss-Kahn renunció como director gerente del Fondo Monetario Internacional,
funcionarios de países como Brasil y Filipinas dijeron que era tiempo de romper
el patrón de décadas de colocar a un estadounidense a cargo del Banco Mundial y
a un europeo al frente del FMI.
"No es tanto la identidad del
reemplazante del señor Zoellick lo que nos preocupa, sino el proceso en el cual
su sucesor se elegido", dijo el secretario de Finanzas de Filipinas, Cesar
Purisima.
"Confiamos en que dada la creciente
importancia de los mercados emergentes en la economía global, las prácticas
obsoletas del pasado serán revisadas", afirmó.
Sin embargo, no había muchas evidencias
de que los mercados emergentes pudieran presentar a un candidato y construir
una coalición lo suficientemente grande como para desafiar a Estados Unidos.
Zoellick dejará su puesto en junio,
cuando acaba su mandato. El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy
Geithner, dijo el miércoles que Washington presentará a un candidato "en
las próximas semanas" y llamó a la realización de un proceso abierto para
ocupar el cargo.
Un funcionario de un mercado emergente
dijo a Reuters que había un esfuerzo por organizar una campaña para respaldar a
un candidato no estadounidense, pero había poco entusiasmo porque la mayoría de
los países están preocupados de asuntos internos, incluyendo inminentes cambios
de liderazgo y el combate a la desaceleración global.
El funcionario solicitó el anonimato
debido a lo sensible del tema.
De hecho, los dos posibles candidatos
mencionados con mayor frecuencia son ambos estadounidenses: el ex secretario del
Tesoro Lawrence Summers y la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton. El
Departamento de Estado dijo que Clinton no estaba interesada en el cargo.
Si se materializa un rival de un mercado
emergente, podría ser alguien de la misma corta lista de nombres que circularon
el año pasado después de la renuncia del Strauss-Kahn al FMI. El sudafricano
Trevor Manuel y el mexicano Agustín Carstens estaban entre los mencionados.
Carstens, presidente del banco central
de México y que lanzó una infructuosa campaña para competir contra Christine
Lagarde por el máximo cargo del FMI en el 2011, descartó su candidatura al
Banco Mundial el miércoles.
"No tengo planes de lanzar una
campaña para ese trabajo (en el Banco Mundial)", aseguró Carstens.
¿Quien tiene el poder?
A diferencia del año pasado, cuando
Strauss-Kahn renunció abruptamente en medio de acusaciones de que había acosado
sexualmente a una mucama de hotel (cargos retirados posteriormente), la partida
de Zoellick era ampliamente esperada.
Eso debería haber dado a los mercados
emergentes una amplia oportunidad de planear una campaña rival para liderar a
la entidad prestamista. El problema es que construir consenso a partir de un
grupo tan dispar de países es notoriamente difícil.
Grupos como el BRICS -Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica- han tenido dificultades para encontrar puntos en
común en temas de desarrollo global, lo que hace difícil para ellos congregarse
detrás de un candidato único.
El Banco Mundial ha tomado medidas para
potencial el poder e influencia de los mercados emergentes, de modo que sea
equivalente a su creciente influencia económica.
Según reformas aprobadas en el 2010, los
países en desarrollo tendrán un 47,2% del poder de voto del Banco Mundial, un
aumento de 3,1 puntos porcentuales respecto a la proporción anterior.
Pero los cinco países del Brics poseen
actualmente sólo un 11,3% del poder de voto, según datos del Banco Mundial, lo
que no es suficiente para contrarrestar el 16 por ciento que detenta Estados
Unidos.
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