La estrategia de multiplicar el gasto
podría ayudar a Chávez a lograr la victoria el 7 de octubre, al atraer a los
votantes aún indecisos y eclipsar el optimismo que intenta transmitir el
candidato de oposición Henrique Capriles.
La
inflación podría alcanzar un 35% este año, la carga del endeudamiento parece ir
en aumento y una devaluación de la moneda parece inevitable.
Caracas. Con programas que van desde nuevas
casas en barrios pobres hasta entrega de efectivo a ancianos y agobiadas
madres, Hugo Chávez está abriendo en Venezuela la compuerta del gasto público
para inclinar a su favor la balanza de lo que se vislumbra como la elección
presidencial más dura de su carrera política.
La estrategia de multiplicar el gasto
podría ayudar a Chávez a lograr la victoria el 7 de octubre, al atraer a los
votantes aún indecisos y eclipsar el optimismo que intenta transmitir el
candidato de oposición Henrique Capriles.
Sin embargo, una vez pasadas las
elecciones, la expansión de la liquidez propiciada por el mandatario antes de
la votación probablemente producirá síntomas de resaca en la economía del país
miembro de la OPEP.
La inflación podría alcanzar un 35% este
año, la carga del endeudamiento parece ir en aumento y una devaluación de la
moneda parece inevitable. Todo esto obligaría a Venezuela a pisar el freno
fiscal y monetario en el 2013. Tendencia de emisiones en Venezuela y Pdvsa
El presupuesto de la nación muestra un
alza del 46% en el desembolso previsto para este año, mientras el gasto social
de la petrolera estatal Pdvsa y una serie de fondos poco regulados están
inyectando circulante extra al sistema.
No obstante, la economía venezolana bajo
la rectoría del socialismo de Chávez ha desafiado reiteradamente las
predicciones apocalípticas.
El lanzamiento de programas de
educación, salud y alimentos subsidiados fue crucial en su victoria en el
referendo revocatorio del 2004 y en la ventaja de más del 20 puntos porcentuales
que obtuvo en la reelección del 2006, pero no tan eficiente en los comicios más
recientes.
Con el precio de su principal producto
de exportación -el petróleo- por encima de US$100 por barril, los inversores se
mantienen satisfechos al comprar bonos con elevado rendimiento, incluso
mientras Chávez prosigue su oleada de expropiaciones e incrementa el control
sobre la economía.
A pesar del constante discurso contra
los males del capitalismo, el militar retirado jamás ha amenazado con dejar de
pagar la deuda.
Eso, combinado con el flujo constante de
petrodólares, ha brindado seguridad a los inversionistas y permitió a Venezuela
convertirse en el mayor emisor de bonos globales de Latinoamérica en el 2011.
Pero la expansión del gasto basada en
los ingresos petroleros eleva la vulnerabilidad del país ante la caída de los
precios del crudo y pone en jaque a la industria local, que ya lucha contra la
arraigada inflación, los férreos controles económicos y las amenazas de
nacionalización.
"En el corto plazo es poco probable
que Venezuela tenga un incumplimiento, pero definitivamente hay una creciente
preocupación en el mediano y largo plazo debido a la presión creada por estos
nuevos bonos emitidos con cupones tan altos", dijo Felipe Hernández de RBS
Securities.
Hogar
dulce hogar.
En las urbanizaciones donde el gobierno está repartiendo casas a los
venezolanos que por generaciones han vivido en la pobreza en medio de un mar de
riqueza petrolera, la idea de que el país no tiene suficientes recursos para
sustentar su nivel de gasto actual es visto como un absurdo.
"Claro que hay dinero, el petróleo
está dando real (dinero). A cada venezolano le toca su gótica de petróleo, y ya
me dieron la mía", dijo Ruth Felisola, una ama de casa de 44 años que se
acaba de mudar a un complejo de 158 apartamentos después de que su vivienda de
zinc y madera colapsara por las lluvias.
Su apartamento de tres habitaciones,
donde vende refrescos, golosinas y alimentos, tiene vista hacia un valle lleno
de grúas amarillas y estructuras de hormigón a medio construir, que en los
próximos meses se convertirán en viviendas.
Esto es sólo una parte del ambicioso
plan de Gobierno de construir 200.000 viviendas este año con un costo cercano a
US$14.000 millones. La mayoría irá a manos de damnificados que perdieron sus
casas por las torrenciales lluvias que golpearon al país en el 2010.
El gasto social fundamentado en las
ventas petroleras le ha funcionado bien a Chávez en el pasado.
El lanzamiento de programas de
educación, salud y alimentos subsidiados fue crucial en su victoria en el
referendo revocatorio del 2004 y en la ventaja de más del 20 puntos
porcentuales que obtuvo en la reelección del 2006, pero no tan eficiente en los
comicios más recientes.
Además, el uso de los ingresos
extraordinarios del crudo para crear campañas sociales relámpago ha tenido
menos impacto para detener el alarmante auge de la violencia en Venezuela o una
aguda crisis del servicio eléctrico en el 2010.
Esos problemas abrieron la brecha para
que aspirantes opositores como Capriles retrataran a Chávez como un gestor poco
competente, más ocupado en las cruzadas ideológicas que en lidiar con las
dificultades del día a día.
El tratamiento al que se sometió Chávez
en el 2011 tras un cáncer aún no identificado lo sacó del ojo público por
semanas y las encuestas empezaron a ubicar a Capriles pisándole los talones,
algo que nunca se hubiese pensado desde 1999.
Pero el militar retirado ha recuperado
rápidamente parte del terreno perdido. Las últimas encuestas lo muestran
disfrutando de una amplia ventaja en términos de popularidad de cara a las
elecciones de octubre.
El apoyo que tiene Chávez entre los
pobres se desprende no sólo de los programas sociales que asisten directamente
a la gente, sino también de la sensación de bienestar económico, tras un 2011
en el que el Producto Interno Bruto (PIB) avanzó un 4% y con un pronóstico de
crecimiento similar para 2012.
Pero la expansión de la economía también
ha dejado secuelas. La inflación en Venezuela, que en 2011 fue del 27,6 por
ciento impulsada por el gasto público, erosiona el poder adquisitivo de las
personas y la demanda de bienes y servicios no puede ser satisfecha totalmente
a consecuencia de la desinversión.
El sector privado ha sido cercado por el
Estado como parte del camino al socialismo que transita el país y los controles
de cambio y precios imponen barreras para producir, lo que en enero impulsó la
escasez de bienes esenciales a niveles históricos.
La liquidez monetaria subió un 50% en el
2011 y se pronostica que se incremente otro 57% en el 2012, dijo Asdrúbal
Oliveros, de la firma Econanalítica, lo que seguiría impactando los precios y
creando un caldo de cultivo para un ajuste del tipo de cambio, tras dos
devaluaciones desde 2010.
La estatal PDVSA, que sería la primera
beneficiada de una devaluación al ser una de las pocas empresas exportadoras
del país, emitió un récord 10.322 millones de dólares en bonos el año pasado
para enfrentar problemas de flujo de caja, representando un 59 por ciento de la
deuda que en total emitió el país petrolero.
Pero economistas y analistas políticos
coinciden en que ante las cruciales elecciones, en las que la pelea por la
presidencia promete ser reñida, la decisión de devaluar se postergará.
Esto conduciría a otro año de ingentes
emisiones, que podrían sumar entre US$12.000 y US$15.000 millones con elevados
cupones para garantizar el éxito de las colocaciones.
Simpatizantes del gobierno disfrutan
riéndose de los profetas del desastre sobre la economía venezolana, en parte
por su falta de tino en el pasado y también porque muchos programas sociales
han cubierto las carencias de los más pobres.
El diputado Jesús Faría, del oficialista
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), subraya que pese al crecimiento
de los precios, la inflación durante el Gobierno de Chávez ha sido inferior a
otros períodos, cuando llegó a 100 por ciento.
"Si tenemos un gasto en expansión
es porque tenemos que abordar problemas sociales que se acumularon durante
siglos", dijo.
Mientras otros países de la región se
vieron directamente envueltos en la crisis financiera global de 2008, los
efectos de esta turbulencia llegaron tarde a Venezuela, que entró en recesión
en 2009 por un lapso de año y medio tras la depresión de los precios
petroleros.
El país nunca estuvo cerca de un
incumplimiento de su ingente deuda externa, pero la prima de riesgo ha subido
en la medida en que se multiplican las emisiones, otorgando grandes ganancias a
quienes tienen estómago para comprar títulos venezolanos.
John Carlson, gerente de portafolio de
la firma Fidelity Investments en Boston, dijo que los papeles venezolanos
representan entre 14% y 15% de los US$6.000 millones que maneja.
La mayoría de los analistas de Wall
Street recomienda comprar deuda venezolana, pese a las críticas que ellos
mismos hacen a las políticas fiscales y a un desempeño económico marcado por un
gasto público sin control.
Los subsidios y programas sociales han
llegado a contar con tanto apoyo popular en un país en donde las clases menos
favorecidas deciden el curso de las elecciones que los candidatos opositores no
se han atrevido a sugerir su desarticulación.
Capriles prometió créditos y nuevos
motores a los pescadores en un reciente recorrido por la costa del país, una oferta
que, sin embargo, es desproporcionadamente inferior a las que Chávez puede
hacer con el dinero de la renta petrolera.
Desde becas para los hijos de madres
solteras hasta salarios para las personas en prisión, Chávez intenta
revitalizar sus populares "misiones", que son altamente exigentes en
recursos.
"Todo lo que tengo lo tengo por él.
Mi casa la voy a tener por él, mis hijos se benefician y ahora voy a conseguir
trabajo con él. Si él no está, todo esto se acaba", dijo Delkys Llamosa,
una ama de casa de 27 años mientras hacía cola con su hija en busca de empleo.
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